El poder de la empatía

Supongo que la curiosidad por todo lo que me rodea y la incapacidad para poder explicar el por qué de mucho de lo que está sucediendo hoy en día, me llevó hace un año a empezar el grado de Humanidades. Dicen que si conocemos nuestro pasado podremos entender mejor nuestro presente. 
A mi me ha servido para darme cuenta  de que muchas veces tan sólo debes abrir los ojos y ver que hay mucho más fuera de tu minúsculo mundo; debes dejar entrar un poco de aire fresco en tu cabeza y desempolvar tus neuronas, seguir alimentando la curiosidad y no perder nunca las ganas de aprender. Es la necesidad de sentirse vivo, de intentar buscar el sentido de la vida. Miras el mundo con una perspectiva diferente, relativizas tus problemas, ves que pueden haber otros puntos de vista que expliquen la realidad, te haces más tolerante ante las diferencias e intentas ponerte en la piel de los demás. 
Muchas veces, aunque resulte difícil, se debe ejercitar la capacidad de ponerse en la piel de los demás y ver cómo tu mundo se pone del revés y tus principios se tambalean. Tenemos que ser capaces de salir de nuestro pequeño mundo si realmente queremos empezar a comprender lo que pasa a nuestro alrededor, aunque parezca un trabajo dantesco. Se trata de tener empatía y ganas de aprender, se trata de sacar el máximo partido de cada una de las cosas que nos suceden, de cada una de las personas con las que nos cruzamos en la vida. Sólo así podemos estar seguros de que vamos por el camino correcto para poder comprender todo lo que sucede. 
Hace un par de años que Sam Richards, un sociólogo de la Universidad de Pensylvania, intentó transmitir este mensaje a sus alumnos para enseñarles cuál es la manera de entender el mundo. 




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